*Vale la pena vivir*
*Vale la pena vivir*
Hay tres formas de ver y de entender la realidad en que vivimos. El pesimista piensa que todo está perdido, que nada tiene solución y que no vale el esfuerzo por enfrentar las pruebas con fe y entusiasmo. El optimista no duda en enfrentarlo todo aunque en muchas ocasiones su optimismo no es fuente de fe y sí de esfuerzo y talento humano. Un optimismo que se niega a ver el peligro inminente que se aproxima si se deja seducir mucho por su ego. Y por último el realista; ese que sabe que no todo tiene solución rápida y fácil. Aquel que con genuina fe se encomienda al Señor sabiendo que solo en Él hay respuesta certera para cada asunto. Que las verdades en la perspectiva de CRISTO son siempre absolutas y supremas. Ese que sabiamente sabe que el problema de fondo es espiritual.
Debe haber un sensato equilibrio entre lo que veo, lo que siento y lo que creo. Hay que ver descarnadamente la realidad sin crearme falsas ilusiones. Una búsqueda de la verdad partiendo desde ella misma. Ver los problemas como realmente son alejándonos de la fantasía. Es un análisis, un camino que supera todos los anhelos personales. Esa visión bíblica y realista de la vida que sin duda nos hará llorar en ocasiones. Pero, de la mano del Señor lograremos definirlas en su justa perspectiva.
Todo es vanidad decía Salomón. Y es cierto, casi todo nos distrae de aquellas cosas que le dan peso y fundamental significado al vivir. El hombre y su conciencia no pueden solos darle sentido. Solo en CRISTO hemos de saber cómo actuar en determinadas circunstancias no importando lo dramático que tengamos de frente. Discutamos con Biblia en mano todo asunto que nos provoque afán. Sí, con Biblia en mano y un corazón sencillo y humilde para por fin comprender que a pesar de que todo es vanidad, vale la pena vivir.
Eclesiastes 1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
Serafín Alarcón Carraquillo
Hay tres formas de ver y de entender la realidad en que vivimos. El pesimista piensa que todo está perdido, que nada tiene solución y que no vale el esfuerzo por enfrentar las pruebas con fe y entusiasmo. El optimista no duda en enfrentarlo todo aunque en muchas ocasiones su optimismo no es fuente de fe y sí de esfuerzo y talento humano. Un optimismo que se niega a ver el peligro inminente que se aproxima si se deja seducir mucho por su ego. Y por último el realista; ese que sabe que no todo tiene solución rápida y fácil. Aquel que con genuina fe se encomienda al Señor sabiendo que solo en Él hay respuesta certera para cada asunto. Que las verdades en la perspectiva de CRISTO son siempre absolutas y supremas. Ese que sabiamente sabe que el problema de fondo es espiritual.
Debe haber un sensato equilibrio entre lo que veo, lo que siento y lo que creo. Hay que ver descarnadamente la realidad sin crearme falsas ilusiones. Una búsqueda de la verdad partiendo desde ella misma. Ver los problemas como realmente son alejándonos de la fantasía. Es un análisis, un camino que supera todos los anhelos personales. Esa visión bíblica y realista de la vida que sin duda nos hará llorar en ocasiones. Pero, de la mano del Señor lograremos definirlas en su justa perspectiva.
Todo es vanidad decía Salomón. Y es cierto, casi todo nos distrae de aquellas cosas que le dan peso y fundamental significado al vivir. El hombre y su conciencia no pueden solos darle sentido. Solo en CRISTO hemos de saber cómo actuar en determinadas circunstancias no importando lo dramático que tengamos de frente. Discutamos con Biblia en mano todo asunto que nos provoque afán. Sí, con Biblia en mano y un corazón sencillo y humilde para por fin comprender que a pesar de que todo es vanidad, vale la pena vivir.
Eclesiastes 1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
Serafín Alarcón Carraquillo
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