Libertad

Libertad Desde muy joven en mi vida sospeché que no era libre, que había en mi corazón un vacío que me hacía sentir cautivo. Preso de una insatisfacción que me golpeaba llevándome de bruces al suelo. Una y otra vez intentaba con mis propias fuerzas romper aquellas cadenas casi siempre autoimpuestas. Una conciencia aprisionada es el estado de vida más dañino que se pueda experimentar. Ese oleaje que no nos permite emerger de las profundas aguas de la depresión, la vanidad, el egoísmo y hasta el odio. Por eso matamos, robamos, empujamos, mentimos y robamos. Sí, el pecado como la sustancia virtual de las fuerzas del mal en lo muy adentro de nosotros. Y... ¿Qué podemos hacer? Seguro podemos hacer algo... Juan 8:36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. En mi caso tuve que vivir treinta y cuatro años para finalmente comprender que la libertad que tanto anhelaba residía en tener una relación íntima con Dios. Admitir que por mucho tiempo había cedido a mis pasiones sin mayor reparo. Mi naturaleza, el mundo y el enemigo de las almas me habían llevado a un cruce de caminos. Un cruce en donde la vida y la muerte jugaron un papel principal. Igual a Shakespeare, todo se resume en un asunto de ser o no ser. CRISTO en ese instante me mostró otra forma de ver las cosas, de comprender que no estaba solo en mis luchas y que en él y en su gracia aprendería a vivir mucho mejor. LIBERTAD del alma y pensamiento. Libertad en medio de la pobreza, en medio de la enfermedad y la guerra. Si el hijo nos libera, seremos verdaderamente libres. Salmo: 119.9 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Han pasado muchos otoños desde aquel día en donde entregue mis cadenas a Jesús. Han sido largos años de victorias y derrotas, de alegrías y sin sabores. Pero, en todas ellas, la Palabra del Señor me ha guiado a puerto seguro. Ese puerto en donde la polilla no me puede alcanzar. Allí, en ese lugar de esperanza, fe y gracia, se alimenta mi alma. La inerrancia de las escrituras nos garantizan transformación absoluta, así tómenos muchos años verlo. Salmos:127:1-3 Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican. Si Jehová no guarda la ciudad, en vano vigila el guardia. En vano os levantáis de madrugada y os vais tarde a reposar, comiendo el pan con dolor; porque a su amado dará Dios el sueño. La dicha verdadera del ser humano reside en como maneja su vida espiritual. En como nos esforzamos para glorificar a Dios en nuestras vidas y por medio de nuestras familias. Por eso el salmista no se equivoca cuando dice: Si Jehová no edifica la casa en vano es su esfuerzo y toda su posible prosperidad. La familia y el Señor como pastor de nuestras vidas nos inspira solemnemente. Lo demás, sencillamente, es esclavitud espiritual.

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